BoosterBlog.es: ¡Intercambio de clics!

Eres el visitante número

martes, 17 de marzo de 2009

Los anillos

 Cuando Gabriela se fue a poner el anillo esa mañana, no estaba sobre la mesilla de noche. Estaba segura de haberlo dejado allí cuando se acostó la noche anterior, pero ahora no aparecía por ninguna parte. Dejó de buscarlo, a fin de cuentas no podía haber ido muy lejos, seguro que aparecería cuando menos lo esperara; además iba a llegar tarde a clase.

Tras sufrir los 20 minutos de agobios, sudores, empujones y magreos involuntarios del trayecto diario del metro, llegó al instituto por los pelos, y se dio cuenta de que Merche, la delegada, estaba pendiente de quien llegaba tarde. Pero por fin era viernes, así que a partir de las 14.30 empezaba el fin de semana, y la antipatía de Merche no podía con eso.

Aprovechó la hora del descanso para hablar con Lidya, iba siendo hora de hacer planes para el fin de semana.

 

- Entonces, ¿Quedamos a las 7? 

- Sí, a las 7 en Sol. Ya llamo yo a Elías y Marisa. ¿Te encargas tú de Ana y Gema? 

- Bien yo los llamo. 

- A propósito, estoy alucinada, anoche me quite el anillo que me regalo Alicia y ahora no aparece ni vivo ni muerto. . ¿Te lo puedes creer? Llevo toda la mañana buscándolo y no lo encuentro por ningún lado.

Gabriela se quedó helada. Alicia había sido compañera suya y de Lidya desde el colegio. Sus padres decidieron irse a vivir a Francia, y antes de irse, compraron tres anillos, con los tres nombres grabados, y se quedaron uno cada una, en recuerdo de aquella amistad.

- ¿Gabriela?

- ¿Me estas tomando el pelo? 

- Pues no, no te estoy tomando el pelo. ¿Porqué te iba a tomar el pelo? 

- Pues por que a mí me ha pasado lo mismo esta mañana: anoche dejé el anillo en la mesilla de noche, y esta mañana simplemente no aparecía por ningún lado. 

- ¿Qué casualidad, no?. Mira, esto va a ser una señal para que nos acordemos de ella, que últimamente la tenemos muy olvidada. – Sonó el timbre del comienzo de la clase - ¿Qué te parece si quedamos antes tu y yo y nos vamos al ciber para ver si hablamos con ella un ratito?

- Venga, luego quedamos. 

Las 14.30 llegaron volando. Lidya la estaba esperando en la esquina para quedar.

- ¿Te paso a buscar a tu casa a las 6?

- Si, a las 6 está bien.

- Pues hasta luego.

Gabriela tenía ganas, de llegar a casa para seguir buscando el anillo. Lo más seguro es que por la mañana, medio dormida, no lo hubiera visto. Se lo diría a su madre, que seguro que se lo había encontrado barriendo, y si no, era muy fácil que se hubiera caído en un cajón de la mesilla al abrirlo; tampoco había que buscarle tres pies al gato. Aunque la verdad es que no se podía quitar el tema de la cabeza, ya era casualidad que Lidya lo hubiera perdido de la misma manera.

Cuando llegó a casa, lo primero que hizo fue preguntar a su madre, pero ella tampoco lo había visto. En cambio la dio una carta de Alicia.

- ¿Una carta?

- Sí hija, una carta. La gente suele mandar cartas cuando se va a vivir lejos.

- Si mamá, en la prehistoria puede que la gente hiciese eso, pero ahora está el correo electrónico, que es mucho más rápido. Me parece rarísimo que le haya dado por escribir una carta.

- Pues sus razones tendrá la muchacha. Venga léela, a ver que te cuenta. A lo mejor viene para las vacaciones.

“Queridas Gabriela y Lidya: 

Os sorprenderá que os escriba por métodos “tradicionales”, pero es que me es imposible hacerlo de otra manera. Ahora mismo tengo prohibidas las salidas y el acceso a Internet, y mis padres me han quitado también el móvil, así que estoy prácticamente incomunicada, esto parece una cárcel. 

Como os estaréis preguntando el porqué de este encierro, os lo cuento, por que además quiero que me hagáis un favor. 

Estoy saliendo con un chico. Bueno, al menos antes de que me encerraran en mi casa, estaba saliendo con él. Se llama Julio, y parece que no les ha hecho ninguna gracia a mis padres. En fin, es un chico alto, moreno... guapísimo, ojalá algún día podáis conocerle. El caso es que a veces es un poco brusco, a veces muy celoso aunque me quiere muchísimo, y hemos tenido alguna que otra bronca, cosa normal entre novios, y alguna vez se le ha ido la mano, ¿Entendéis? Pero yo sé que en cuanto le pueda decir que estoy esperando un hijo suyo, sabrá que le quiero y que soy capaz de hacer cualquier cosa por estar con él, y no me volverá a poner la mano encima. Yo sé que él es muy bueno, y que son sólo arranques suyos, él me quiere y no tiene intención de hacerme daño. 

Bueno, ya os imaginareis la causa de que me hayan encerrado en casa. Cuando mis padres se han enterado de mi embarazo han puesto el grito en el cielo. Ya me habían prohibido salir con él, así que imaginaos como les cayo la noticia. No quieren que tenga el niño. Me quieren llevar a abortar, y luego lo más seguro es que me manden a España otra vez a casa de mis tíos, por lo menos una temporada. Pero yo quiero a Julio, y quiero tener este hijo, así que allá va el favor. Os mando una carta con la dirección de Julio para que se la enviéis vosotras. Estoy segura de que cuando sepa lo del niño se pondrá muy contento, y tengo planes para escaparme con él. 

No os preocupéis por mí ¿De acuerdo? En cuanto pueda, me pondré en contacto con vosotras, no me vais a perder de vista tan fácilmente. Y como Julio va todos los años a Marruecos a visitar a su familia, cuando pasemos por Madrid, os avisaré para que podamos vernos. 

Por favor, enviad la carta a Julio sois la única ayuda que puedo tener. Os quiero mucho y tengo muchísimas ganas de veros. 

Muchos besos: 

ALICIA” 

- Hay madre mía que lío

- ¿Qué le pasa?

- Nada mamá, nada

- Pues venga anda, que tienes la comida en la mesa y se te va a quedar fría.

Comió deprisa, y en vez de llamar a Ana y a Gema, como habían quedado, llamó a Elías y a Marisa para cancelar la cita; dadas las circunstancias, no estaba el tema como para fiestas. A Lidya se lo contaría después.

En la ducha no dejaba de darle vueltas al tema. ¿Qué iban a hacer? Aunque Alicia justificase al chico, estaba claro que la maltrataba, no hacía falta que dijera que la daba palizas, con una bofetada bastaba. No le parecía buena idea mandarle la carta al tal Julio. Por otro lado, llamar a Francia, y hablar con los padres de Alicia sería poner fin a su amistad para siempre, eso sí, por su bien. A lo mejor cuando se lo contara a Lidya encontraban la solución, por aquello de que cuatro ojos ven más que dos.

- Gaby, Lidya está aquí.

- Ya salgo mamá, me estoy peinando.

Cuando bajaban en el ascensor, Gabriela le dio la carta a Lidya. Vamos aquí al parque y la lees. Ya no hace falta ir al ciber.

- Mira que bien, parece que tiene telepatía esta chica, pero de todos modos habrá que ir para contestarla, ¿No?

- Tu lee primero la carta, y luego hablamos.

Se sentaron en un banco en el parque. Cuando Lidya terminó de leer la carta se echó a llorar.

- Joder Gaby que marrón. ¿Y ahora que hacemos?

- No lo sé. Llevo toda la tarde dándole vueltas. De momento lo de mandarle la carta a ese tío no me parece buena idea.

- No, debe de ser una joyita. Pero entonces qué.

- Lo peor es que no podemos hablar con ella. Ni tiene móvil ni tiene Internet. Y hablar con sus padres me parecería traicionar su confianza. No nos volvería a dirigir la palabra en toda la vida.

- ¿Tu madre qué ha dicho?

- No se lo he contado.

- Pues deberíamos decírselo. A lo mejor ella nos puede echar una manita.

- ¿Eso no sería igual que contárselo a sus padres?

- Es que no se me ocurre otra cosa.

- La verdad es que a mí tampoco. Vamos a decírselo.

Subieron otra vez a casa de Gabriela, parecía la mejor solución contárselo a su madre.

- A ver, ¿Qué se os ha olvidado cabezas locas?

- No se nos ha olvidado nada mamá, venimos a hablar contigo.

- Ay madre. ¿Ahora me toca asustarme? ¿Qué habéis hecho?

- Tranquila María, que nosotras no hemos hecho nada.

Gabriela le contó a su madre el problema de Alicia, y dilema en el que se veían metidas Lidya y ella.

- Me parece bien que no queráis mandarle la carta a ese chico. A parte del trato que tenga con ella, no es buena idea que Alicia se escape con él. Es muy joven, no puede lanzarse a la aventura de esa manera, embarazada y sin ningún recurso.

- ¿Y que hacemos entonces?

- Llamar a sus padres y contárselo.

- Mamá, no podemos hacer eso. Si hablamos con sus padres Alicia no va a querer ni mirarnos a la cara.

- Pues creo Gaby que es lo mejor para ella. Que lo hablen más despacio, a lo mejor deciden que tenga el niño y solucionan la cosa de otra manera.

- ¿Y si lo que hacen es mandarla a abortar, empaquetar sus cosas y mandarla aquí antes de lo previsto?

- Me parece que tendréis que arriesgaros. Puede que sea lo mejor, y que con el tiempo ella también se dé cuenta y os lo agradezca.

Las chicas se miraron, y Gabriela finalmente fue a buscar la agenda para llamar a los padres de Alicia. Cuando iba a marcar el número, parecía que daba sus últimos pasos hacia el patíbulo.

- Gaby, espera. – Su madre cogió el teléfono. – Yo llamaré. Siempre podemos decir que es cosa mía, que leí la carta de Alicia y decidí hablar con ellos. Así vosotras quedáis libres de culpa.

- Mamá, eres un sol. – Dijo Gabriela dándola un beso en la mejilla. – La mejor madre que existe.

- Ya encontraré la manera de que me devuelvas el favor, tu no te preocupes.

María marcó el teléfono y esperó contestación. Para Gabriela y Lidya pareció que pasaba una eternidad antes de que volviera a hablar.

- ¿Carmen? Hola, soy la madre de Gabriela... Si, verás, es que mi hija a recibido una carta de Alicia... Tranquila mujer... Si... Si, lo ponía en la carta, de eso quería hablarte... Venga, tranquila... ¿Cuándo ha sido?... ¿Pero cómo?... Si... Te comprendo mujer... Si, llamad por favor, ellas querrán ir a despedirse. – María colgó el teléfono y se quedó mirando a las chicas.

- ¿Qué ha pasado mamá?

- Chicas, lo siento mucho. – María no pudo contener las lágrimas, nunca pensó que tendría que dar una noticia así a su hija.

- Pues que la ha matado cielo.

- ¿Qué?

- Parece que Alicia encontró manera de irse de casa. La policía avisó a sus padres de que la habían encontrado medio desangrada en un parque. Parece que el chico le había pegado una paliza y perdió el niño. La llevaron al hospital, pero no pudieron hacer nada. Murió ayer.

Gabriela se levantó llorando y se fue corriendo a su habitación. María abrazó a Lidya.

- Tranquila cielo. Voy a preparar una tila, ¿Vale?

- No, no quiero nada.

- De todos modos la voy a preparar. Me parece que las tres necesitamos tranquilizarnos un poquito. Ya no podemos hacer nada.

La puerta de la habitación de Gabriela se abrió, y la chica se quedó parada en el umbral.

- Gaby hija, ¿Estás bien? – Gabriela no dijo nada. María fue hacia ella.- ¿Qué te pasa?

- Mirad lo que he encontrado encima de mi mesilla. – Entregó el sobre que tenía en la mano a su madre. María se tuvo que sentar cuando vio lo que había en él.

Dentro de sobre, había tres anillos enlazados. Cada uno de los anillos, tenía tres nombres grabados “Alicia, Gabriela y Lidya”. También había una nota:

"Muchas gracias por intentar ayudarme. Habéis sido las mejores amigas que he podido tener. Nunca me olvidaré de vosotras... nunca me olvidéis.. 

ALICIA"

12 comentarios: